Desde hace años comencé a juguetear con la elaboración de vinos naturales. La idea es experimentar con las más arriesgadas técnicas de elaboración enfatizando en criterios de mínima intervención y en el nulo uso de sulfuroso. En este proyecto, mi inspiración ha sido el recuerdo de aquellos antiguos vinos del pueblo. En su elaboración se recogían todas las uvas que trabajaba cada familia, se mezclaban y elaboraban todas juntas.
Decidí elaborar el vino en una bañera mezclando nuestra variedad Mencía con otras variedades presentes en nuestras viñas viejas. Entre ellas pueden estar Garnacha Tintorera, Merenzao, Palomino, Doña Blanca, Godello o Estaladiña. La ambición estriba en conseguir un vino identitario de nuestro viñedo, de una zona y de su secular tradición.
Quise de alguna manera que el vino «se hiciera solo» para dejarle de esta forma expresarse naturalmente. Quiero un proyecto vivo, que sea fiel reflejo de la realidad que estamos viviendo. No buscamos la perfección. Queremos un vino natural que sea capaz de emocionar, que no deje indiferente.
Tras esta elaboración natural con mínima intervención, el vino se trasegó a barricas de roble francés muy usadas donde trascurrió una crianza total de 13 meses. El vino no se ha clarificado ni sometido a filtrado.
Embotellado: 28 de agosto de 2025.
Producción total: 495 botellas de 0,75l
Contenido nutricional: 86 kcal/ 360 kJ por 100 ml
Ingredientes: zumo de uva fermentado.
Franz Frichard
Franz Frichard es el pintor elegido para la etiqueta de esta añada. Es un personaje de ficción que construye realidades a partir de vuestras vidas. Una bombilla que perdió su luz y ahora trata de recuperarla siendo vosotros..En su diario encontramos algunas frases que nos acercan a su personalidad.
«Los grandes placeres de mi vida han sido la melancolía, la barra de un bar, una copa de vino y mirar a mi alrededor y sólo ver gente feliz».
Un artista que se relaciona con artistas vivos y muertos, y de este diálogo surgen piezas de arte vinculadas con el pensamiento y su manera de vivir en el mundo.
«Mi templo es el desierto que se extiende sobre la barra de una taberna. Me persigno con el rastro que deja el vino sobre el mármol. Confieso mis pecados a un dios sin trabajo. Le susurro que mi vicio es la soledad, y que el único cuerpo, que conoce mi cuerpo, es el pasado».
Más información en: www.franzfrichard.com









