Mirando los campos vecinos observo como las malas hierbas han sido exterminadas por herbicidas y laboreo. Revisando, compruebo que los animales del suelo e insectos fueron eliminados por acción química. El suelo ha sido desposeido de materia orgánica y microorganismos. Es el momento de releer a Fukuoka.
Releyendo a Fukuoka reviso que estableció cuatro principios de la agricultura natural en los que ahora profundizamos para conseguir de forma natural la fertilidad del suelo. Parece que el avance del conocimiento y el paso del tiempo están dando la razón al sabio nipón.
Primer Principio: no laboreo.
La tierra se cultiva a sí misma de manera natural, mediante la penetración de raíces y la actividad de los microorganismos, el suelo gana estrucutra, se evita la compactación, y las pérdidas de nutrientes y agua. Cuando se labra, se altera el ambiente natural del suelo proliferando las malas hierbas más vigorosas que debilitan y ponen en riesgo a nuestros cultivos.
Segundo Principio: no Utilización de abonos químicos.
Si se deja al suelo libre de abonos químicos, mantendrá naturalmente su fertilidad natural y el equilibrio entre microorganismos y materia orgánica permitirá a la planta nutrirse de los elementos que necesita. Si la naturaleza se abandona a sí misma, la fertilidad aumenta. Los restos orgánicos serán descompuestos por bacterias y hongos. La infiltración del agua moverá a estos nutrientes hasta capas más profundas convirtiéndose en alimento para los microorganismos, lombrices y pequeños animales. Nuestras cepas desarrollarán su sistema radicular en simbiosis con las microrrizas, alimentándose del sustrato que le es propio.
Tercer Principio: no eliminar las hierbas con herbicidas.
Las hierbas juegan un papel fundamental en la consecución de la fertilidad del suelo y en el equilibrio de la comunidad biológica de este. Tan pronto como se abandona el uso de herbicidas, el número de malas hierbas decrece, y se modifica la variedad de las mismas. Aparecen una gran cantidad de hierbas de diferente naturaleza que potencian una biodiversidad que nos permite cultivar plantas más resistentes.
Cuarto Principio: no dependencia de productos químicos.
Cultivar plantas rústicas y resistentes es la base natural para el control de las plagas y enfermedades. Con el uso de productos químicos se provoca precisamente que se den las condiciones para la aparición de plagas y enfermedades, y provocamos que nuestros cultivos se hagan más débiles proliferando las enfermedades. Convivimos con hongos y bacterias, tratamos de encontrar el equilibrio natural que evite que proliferen las plagas. Las enfermedades son la consecuencia de la ruptura del equilibrio natural del ecosistema.
El equilibrio en nuestro hábitat promocionará uvas equilibradas y vinos finos con gran capacidad de guarda. Vinos que representaran fielmente el territorio del que proceden.