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Un largo camino hacia los vinos libres

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Amistad y lealtad

Damón y Fintias fueron dos filósofos pitagóricos que vivieron en el s. IV a.C. en Sicilia. Su amistad pasaría a la historia por su extraordinaria nobleza.

Amistad y lealtad frente a la tiranía. Fintias había conspirado contra el régimen tiránico de Dionisio I de Siracusa, por lo que fue condenado a muerte por éste. Suplicó al rey que lo dejase poner en orden sus asuntos particulares. Su anciana madre residía lejos de Siracusa. Ante la perspectiva inminente de su ejecución, al joven le inquietaba profundamente la idea de dejar a su madre sola en la mundo. Pero el tirano, insensible ante razones familiares, hizo oídos sordos a sus súplicas. Fintias confió a su entrañable amigo Damón que hallaría mayor sosiego en su tránsito si pudiera despedirse de su madre.

Posibilidad de Cambio

Impulsado por cumplir el deseo de su amigo, Damón se presentó ante el tirano y le planteó la posibilidad de intercambiarse por Fintias como rehén mientras este último atendía a sus responsabilidades familiares.

A pesar de haber oído sobre la profunda amistad entre Damón y Fintias, o quizás por esto, Dionisio albergaba hacia ellos un resentimiento injustificado. No obstante, accedió a la solicitud de Damón, aunque advirtió en tono amenazante que si Fintias no regresaba en el plazo establecido, sería Damón quien sufriría las consecuencias. En principio, Fintias rechazó la idea de que su amigo arriesgara su vida por él, pero angustiado por su madre finalmente accedió, comprometiéndose a regresar lo más pronto posible para cumplir él mismo con su sentencia y librar a Damón.

El largo viaje

Tras haber resuelto el encuentro familiar, Fintias emprendió el viaje de vuelta. El joven viajaba solo y a pie. Sin embargo, su camino se vio interrumpido cuando cayó en manos de unos ladrones que le robaron y dejaron atado a un árbol. Después de horas de lucha desesperada, logró liberarse y continuó su marcha de regreso.

Emprendió el viaje corriendo con todas sus fuerzas para compensar el tiempo perdido, pero al llegar a un arroyo, se encontró con que el caudal, que había cruzado con facilidad antes, se había convertido en un furioso torrente que parecía imposible de atravesar. A pesar del peligro, Fintias se lanzó al agua, impulsado por el temor de no llegar a tiempo para salvar a su amigo. Con valentía, logró alcanzar la otra orilla y continuar su camino, aunque exhausto.

A pesar de las dificultades, Fintias perseveró en su camino hacia Siracusa enfrentando una llanura abrasada por el sol, que quemaba sus pies. Aun así, siguió avanzando tan rápido como le permitían sus ya agotadas piernas, consciente de que el sol descendía rápidamente y de que la vida de su amigo pendía de un hilo si no llegaba a Siracusa antes de la noche.

Nobleza contra tiranía

Mientras tanto, Dionisio se estaba divirtiendo burlándose de Damón, insistiendo en que había sido un necio al arriesgar su vida por un amigo. Para encolerizarlo, también le decía que estaba seguro que Fintias estaría muy contento de haber escapado de la muerte y que sin duda estaría haciendo esfuerzos para no volver a tiempo de cumplir su compromiso.

Damón, confiado en la integridad de su amigo, desestimaba los comentarios maliciosos con el desprecio que merecían. Reiteraba su convicción de que Fintias cumpliría su palabra.

Finalmente, llegó el momento esperado y Fintias no había regresado. Los guardias llevaron a Damón al lugar de la crucifixión, mientras éste mantenía su fe en el retorno de su amigo. Aunque secretamente deseaba su tardanza para poder salvarle, aunque fuera a expensas de su propia vida.

Justo cuando los guardias estaban a punto de clavar a Damón en la cruz, apareció Fintias, pálido, ensangrentado y con la ropa hecha jirones. Extendiendo los brazos hacia su amigo, le saludó con un gemido. En ese instante, Damón, por primera vez, palideció y comenzó a llorar de tristeza. Fintias explicó brevemente el motivo de su retraso y desató las ataduras de su amigo Damón. Luego, se ofreció a los verdugos para que lo ataran a él en su lugar.

Un futuro bajo el sol

Dionisio, que estaba presente en la ejecución, quedó conmovido por el gesto de amistad y, olvidando su habitual crueldad, permitió que ambos jóvenes se marcharan libres. Reconoció que solo habría creído tal devoción viéndola con sus propios ojos. La amistad entre Damón y Fintias que conmovió incluso al tirano se trata de un proverbial ejemplo de lealtad, ampliamente representado por poetas y artistas. También nos alienta para pensar que el cambio es posible incluso en los corazones más crueles y tiranos. Amistad y lealtad frente a la tiranía que nos alumbra un camino de esperanza en el cambio hacia unos vinos libres.

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