Un invierno atípico el que hemos vivido pero desde luego nos hace meditar sobre lo que es normal o… ¿atípico?
Un invierno atípico que se adelantó al mes de noviembre. Durante este mes padecimos una intensa ola de frío. Se sucedieron una concatenación de heladas a mediados de dicho mes. Así es como se adelantó este invierno.
Tras algunas lluvias copiosas en el mes de diciembre, enero se confirmó como un mes muy seco y de bastante frío. Esto propició nuevamente una parada vegetativa (como en 2021 con la afamada Filomena) a la que no estábamos acostumbrados en ciclos anteriores.
La tendencia se confirmó en febrero, frío y sequía, aumentando intensamente las temperaturas al inicio del mes de marzo. También comenzaron las lluvias, en todo caso intermitentes y no muy copiosas. Pese a que el termómetro subía vertiginosamente durante el día (alcanzando en ocasiones 20ºC), las noches seguían siendo frescas registrándose algunas temperaturas por debajo de 0ºC.
La Naturaleza parecía ralentizarse, los frutales y vegetación colindante mostraba evidentes síntomas de letargo. Durante nuestras jornadas de poda no vislumbramos lloro tras el corte hasta bien entrado marzo. Los nidos de avispa estaban vacíos. Nos encontramos sin duda ante un inicio de brotación tardío en Bierzo.
Paseando por Toral de los Vados hemos visto tres chiquillos jugando en las cercanías de la estación. Bonita escena pero, juegan de una manera extraña. Me dice Pablo: «Son refugiados de una guerra que no entendemos. Víctimas inocentes.»
La Primavera explotará en nuestros Corazones.
Un invierno atípico. Las gentes también parece haberse contagiado de tal pereza. Los primeros meses del año han sido pausados y titubeantes. Nuestras calles todavía no están rebosantes ni bulliciosas. La primavera acometerá a nuestros organismos con ímpetu desbordante. Estamos ansiosos de celebrar el ciclo de la vida. Una eclosión que estallará en nuestros corazones.