Helios, rey Sol, conducía un carro impulsado por toros solares por el Cielo. Así surgían el Día y la Noche.
Faetón acababa de llegar a la corte de su padre el Sol. Hijo de Helios era un chico caprichoso y atrevido, un ejemplo de juventud. Llevaba varios días en la corte de su padre y estaba muy enfadado porque se enteróde rumores que decían que él no era hijo del rey Sol. Su padre trataba de ser disciplinado y riguroso en su educación, pero Faetón era tenaz en sus antojos, estaba indignado y quería demostrar a todo el mundo que Helios era su padre. Así propuso una prueba que dejaría claro a los ojos de la gente su procedencia:
- Padre, si de verdad soy su hijo, déjeme su carro dorado con el que llevas la luz y el calor a todas las regiones del cosmos.
Así surgían el Día y la Noche
Helios dudó durante largo tiempo sobre la petición, y al principio se negó asumirla. Arrogar la responsabilidad de llevar el carro sería una carga muy pesada para su hijo. Pero Faetón, contumaz en su empeño, insistía día tras día en su petición. A Helios también le llegaron rumores sobre la paternidad de su hijo, y finalmente desistió a sus deseos: le dejaría su carro a Faetón para que todo el mundo le reconociese como suyo.
- Está bien, hijo, coge el carro y haz el recorrido habitual. Mantente en el punto medio entre la Tierra y el Cielo. Si te acercas demasiado a la Tierra la quemarás, y congelarás al Cielo; pero tampoco hagas lo contrario.
Fragilidad en el Mando.
Orgulloso, Faetón emprendió su nuevo propósito. En cuanto comenzó su trayecto, los toros detectaron que algo había cambiado, notaron que el mando no tenían el mismo vigor, aprovecharon el cambio de pulso y empujaron con violencia el carro. Faetón no soportó la virulencia de su arranque. El carro se descontroló acercándose a la Tierra peligrosamente, incendiando todos los bosques, provocando terribles desiertos en África y tiñendo de negro a sus habitantes. Luego se alejó para desatar mares de hielo, congelando todo tipo de vida terrestre y molestando a los dioses del Olimpo con su presencia.
La Tierra no sabía porqué sucedía esta catástrofe y preguntó a Zeus en qué se había equivocado, pidiendo perdón por ello. Zeus enojado lanzó uno de sus rayos sobre el carro y Faetón cayó muerto en la otra parte del mundo.
Las tres hermanas de Faetón lloraron su trágica muerte, de esas lágrimas surgieron sus raíces que las transformaron en tres hermosos álamos.