Como monos mirándonos el ombligo. Así nos sentimos durante los últimos viajes con otros bodegueros españoles. Aterrado, he experimentando esa insólita sensación de sentirse un extraño en tu casa.
En varias ocasiones y en diferentes países me ha tocado compartir eventos con diferentes elaboradores de vinos de España. En general siempre van presumiendo de un monótono paisaje:
– Disponemos de un producto único.
– Nuestro producto es de gran calidad.
– Se trata de un producto “irresistible” en calidad vs precio.
Variables todas ellas de exagerada subjetividad, y de muy difícil puesta en valor dentro de un mercado actualmente saturado, y muy bien informado.
No son pocas las veces en que he acompañado a otros colegas a probar, catar y evaluar notables vinos tanto del viejo como del nuevo mundo. Siempre recibo la misma respuesta machacona: “Nuestro vino le da mil vueltas. Como el vino español no hay ninguno.”
Espantado y petrificado, nunca encuentro ni el argumento ni las palabras adecuadas para rebatir semejante disparate. Curiosamente la semana pasada, en una conversación con mi importador en Estados Unidos, resurge una frase radicalmente opuesta: “El consumidor americano no se arriesga a pagar más de $10 por una botella de vino español ”.
Tan solo encuentro una explicación a este extravagante desacuerdo y no es otra que el histórico complejo que hemos heredado desde hace siglos. Complejo que genera envidias entre nosotros y nos debilita respecto a los demás. Conocemos nuestras debilidades, y las escondemos con frecuentes órdagos (o bravuconadas) que nunca llevamos a término. En España, pocos son los casos en que se quiere hacer un gran vino. Tan sólo queremos ser víctimas, víctimas buenas eso sí, y muy españolas.
Noticias sobre la Exportación
Varios informes sitúan los precios de exportación de los vinos españoles por debajo de las cifras medias del comercio mundial. La previsión las sitúa en 2020 en 1,46 euros el litro, según las perspectivas analizadas por las bodegas de la Federación Española del Vino. En los últimos años, el precio medio de venta en el exterior de los vinos españoles ha ido disminuyendo sistemáticamente.
Ésta, y no otras, ha sido la principal causa por las que se han disparado las exportaciones españolas. Ahora me explico esta engañosa y eufórica estadística que últimamente encuentro en diferentes medios.
Y así estamos, mirándonos al ombligo. Estamos realizando saldos y rebajas a diestro y siniestro allende los mares, y de esta manera agotando las existencias de nuestras repletas reservas. Pero también arrastramos la imagen del vino español al segmento de precios más bajo. Precios que alcanzan vinos de nuevo cuño, que por cierto en algunos casos, son de gran calidad.