Reproducimos aquí una entrevista publicada en Me Presta el Bierzo el pasado 11 de julio de 2019.
¿Es una locura llegar a un nuevo lugar y lanzarse a un proyecto poco rentable cuando todo se está yendo al carajo? Nacho se apellida León, nació en Valladolid y desde hace más de 10 años desarrolla su proyecto vital en El Bierzo. Un proyecto, además, íntimamente ligado a una tierra que ya es la suya. De las ganas de convertir en tangible una ilusión nace Demencia en 2016. ¿Cómo? Recuperando viñedos abandonados en el municipio de Villafranca y cultivándolos bajo la premisa de la sostenibilidad. “Mínimas instalaciones, mínima intervención y máximo respeto a la materia prima”. Pero no solo de esto queremos hablar hoy con él, porque el vino hay que hacerlo y comunicarlo, es identidad y cultura. En una semana más ajetreada de lo habitual, inmerso en los últimos detalles de la organización del quinto Festival Estival Demencial (FED), Nacho nos hace un hueco. Aparece en el Sexto Sentido con una botella Demencia 2013 y las mangas de la camisa remangadas. Como de vino va la cosa y es bien sabido que aligera la charla, llenamos las copas y nos lanzamos de lleno.
¿Se puede vivir en El Bierzo del vino?
“Humildemente. Es difícil. Tenemos una dimensión de explotación muy microbodega”. En un momento en el que a los políticos se les llena la boca con alabanzas al sector agroalimentario y vitivinícola como solución a la crisis que asola a la comarca, León deja claro que “no es la gallina de los huevos de oro, todos los desmanes parece que tiene que venir el vino a soportarlos y aunque ha sido y es un sector importante, no se puede vender como la tabla de salvación”. Él cree en la mencía, en el trabajo y en la capacidad de crear sin contaminar el sueldo ni el producto. “Yo buscaba autoempleo, ganar mi sueldo y ser feliz”.
“La única diferencia entre el viticultor sensible a la ecología y el que no lo es, es que el sensible es mejor viticultor, lo otro es hacer trampa”
Pongámonos en contexto. Nacho pasó su infancia en Valladolid y aunque su familia “no tienen nada que ver con el mundo del vino”, siempre le interesó la agricultura. Estudió Ingeniería Técnica Agrícola y más tarde Ingeniería Agrónoma, ya en la Universidad de León. “Mi primera experiencia laboral relacionada con el mundo del vino fue en La Rioja y ahí me enganché”, reconoce. Cuando comenzaba a sentirse “un poco maniatado por el concepto de vinos clásicos”, le surgió una oportunidad de trabajo en El Bierzo. “Solo había estado aquí en dos ocasiones antes de 2004 y tenía la zona muy relacionada con el Camino de Santiago y con la mencía”. Explica que, a su llegada, se encontró un panorama “absolutamente” diferente al de La Rioja. “Minifundio, abandono de viñas, allí había mucho conocimiento del negocio, mucho apego al viñedo y mucho bodeguero de casta. Aquí, aunque el potencial existía, era un poco batiburrillo”. Casi por afición adquirió unas viñas y comenzó a hacer vino.
Apuesta firmemente por la elaboración ecológica. “La única diferencia entre el viticultor sensible a la ecología y el que no lo es, es que el sensible es mejor viticultor, lo otro es hacer trampa, pero haciendo trampa duermes más tranquilo y puedes ir a jugar la partida, sin hacerla tienes que estar siempre pendiente y la rentabilidad es más baja”. Aunque el vino del Bierzo está de moda y se ha beneficiado de la nueva normativa del etiquetado basada en la zonificación el gran reto de sector es promocionar su consumo entre la gente más joven. “En España se empieza a consumir a partir de los 35 años y está muy asociado a cenas o eventos familiares”. Por eso el FED es un escaparate pero también “una fiesta, una feria y un punto de encuentro”.
Veintiocho bodegueros y más de 100 variedades se darán cita en el Castillo de los Templarios.
Charlas y mesa redonda, catas, comida y música. Veintiocho bodegueros y más de 100 variedades se darán cita este viernes en el Castillo de los Templarios. Una celebración que nació en 2014 como una pequeña fiesta por el santo de Nacho, “no había hecho fiesta de cumpleaños y con un grupo de amigos decidí hacer algo el día de San Ignacio”. Salió bien, el Gatopardo, su primera ubicación, se quedó pequeño y tuvieron que buscar nuevos emplazamientos. Evidentemente, pagan por la utilización de la fortaleza. “Tenemos patrocinios con diferentes hosteleros del Bierzo, porque el aforo es muy pequeño”, explica.
León, que ha empezado a cultivar al otro lado del Sil, en el municipio de Priaranza, no tiene pensado abandonar El Bierzo. “A la larga nos gustaría tener un Demencia de Villa de Priaranza”. A veces, las mejores ideas parecen locuras fruto del vino.