La cosecha es manual y la uva se prensa a entrada de bodega. Los mostos se reposan unas horas antes de trasvasarlos a barricas de roble de 230 litros. Allí se realizará la fermentación alcohólica de forma natural, sin control de temperatura, con levaduras autóctonas. Después de esta fermentación, se dejan las barricas quietas durante el invierno, la fermentación maloláctica suele tener lugar en la primavera siguiente.
Se elabora lentamente sin apenas intervención y se alimentan de las lías de la fermentación. Poco a poco se formará en la superficie un velo de levadura, como es el caso de los vinos amarillos: estos vinos permanecerán en barrica durante casi 4 años y se filtran muy ligeramente antes de embotellar.