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La Gente no existe.

La gente no existe

Las personas con sensibilidad sienten que el mundo no les pertenece y abrazan flores y melodías como escape al desarraigo y egoísmo.

Una situación muy complicada. La gente no existe, son un conjunto de personas. Acabando nuestra jornada en el viñedo decidimos parar a tomar una cerveza en el bar de Carlos. Soy más de vino pero la cerveza apacigua el deseo de manera más inerte. En el bar, un grupo heterogéneo de personas con poco en común.

La Tarde.

Repentinamente aparece un africano de piel morena conduciendo un Renault Clio del siglo pasado. La pendiente de la carretera y la inexperiencia del conductor provocaron un potencial conflicto. El coche no lograba ascender la rampa y el chófer nervioso estuvo a punto de colisionar con un vehículo estacionado.

El propietario del mismo se encontraba en el bar. Nervioso e intranquilo, protestaba ante la inminente colisión, pero en ningún caso trató de ayudar ni poner nada de su parte. Tan solo pronosticaba el fatal desenlace. Fatalismo ibérico, enfermizo y adictivo. El resto de las personas… reían, criticaban, observaban pasivos. Decidí levantarme y tratar de ayudar al inmigrante subsahariano, estaba nervioso. Posiblemente un mantero que había conseguido adquirir su primer vehículo. Primer vehículo, pero no moderno ni potente.

  • Tranquilo, Mamadou. Voy a tratar de sacar el coche. Es un trasto viejo y estás nervioso.
  • Gracias.

Mamadou me deja las llaves aliviado quitándose un peso de encima. El resto de espectadores, expectantes y pasivos, se limitan a contemplar el espectáculo. Efectivamente el coche, apenas con algunos caballos de potencia, no alcanzaba a sortear el obstáculo en forma de rampa. No fui capaz de moverlo. Enojado, solicité al inoperante dueño del vehículo vecino aparcado que lo retirara. Este, de mala gana, accede a apartar el mismo.

Sin obstáculos, consigo retirar el vehículo de Mamadou. Contento y aliviado, el africando recibe sus llaves. Con alegría y agradecimiento me estrecha su oscura mano. Los saludos en África son pasionales y sinceros. Vuelvo al bar, sus feligreses me miran con desconfianza por haber tocado la mano de una mantero moreno.

La Noche.

Escondidos en la penumbra de un portal casi una hora. La policía pasando con los rotativos azules encendidos, lentamente. Nos vienen a la cabeza imágenes de la Gestapo buscando a judíos huidos. No nos vieron. Carolina y yo salimos pitando escondiéndonos entre los coches. Hicieron otra parada y estuvimos otro ratito escondidos tras un coche. Justo al lado había una parejita agazapada en la misma situación. Fue divertido pero sin duda esconde un realidad terrible. Un estado totalitario sin sentido, la policía es parte del problema junto a los medios de comunicación. La gente agacha la cabeza incluso tiene que esconderse aunque… ¡¡no hemos matado a nadie!!

Es como si fuéramos terroristas o criminales. El caso es que todo fue porque se nos acabó el vino. Al lado vive Bruno y decidimos ir a su casa para tomar unas cervezas. En fin que esta vivencia puede servir hasta para hacer un anuncio de Demencia. Una situación muy complicada, con grave riesgo de consumar en una anulación total de los derechos individuales.

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