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Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie.

Cambio

«Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie.» – Esta fue la frase que dijo Tancredi al príncipe Fabrizio antes de enrolarse con los garibaldinos. Una negación de la evolución social que ahora parece tomar viva realidad.

El Gatopardo apareció sorpresivamente en Italia en 1957. Escrita por Giusseppe Tomasi de Lampedusa narra las vivencias del Príncipe de Salina tras el desembarco en Sicilia de Garibaldi. Un viejo régimen cae para instaurar otro, pero nuestra sensación es que la Historia no existe. La novela nos muestra la convicción de negar la evolución social. La aristocracia comprende que el final de su supremacía se acerca. Es el momento de que todo cambie para que todo siga igual. Que se aprovechen de la nueva situación los burócratas y la burguesía. Las nuevas clases sociales emergentes se convierten en los nuevos señores feudales, que sacarán provecho del nuevo régimen.

La novela se desarrolla con parsimonia y delicadeza en una atmósfera sutilmente dibujada pero también marcada con una extraordinaria fuerza narrativa. Todos los pasajes están alimentados por un indudable impulso vital. Las más viscerales pasiones se muestran sutil y a la vez intensamente. Pero pese a ese torbellino de sensaciones, nuestra percepción es que el tiempo no fluye y la historia no se mueve.

La vida es música.

La vida no se detiene en pasajes al igual que nuestro admirado escritor Lampedusa. Nacido en Palermo en 1896 en el seno de una antiquísima familia venida a menos, se alistó y participó en la Primera Guerra Mundial donde fue hecho prisionero. Se fugó y disfrazado cruzó a pie media Europa. En Londres conoció al amor de su vida: la psicoanalista y baronesa letona Alejandra von Wolff-Stomersll. Estas peripecias parece que agotaron su sed de epopeyas físicas y se entregó a otros viajes de índole más intelectual.

El resto de su vida lo pasó en su Palermo natal. Vivió con una estoica disciplina. Era un caballero alto, corpulento, taciturno y de rostro pálido. Mientras su personalidad intelectual y moral crecía se desmoronaba su patrimonio. Enfermó y se volcó en la redacción de una novela para la que al parecer había consagrado toda su vida.

La vida sigue igual.

En la novela Tancredi, el sobrino del Príncipe y su ojo derecho, se enrola en las filas garibaldianas. Su tío no lo comprende. Al tiempo, Tancredi dispone del oportunismo necesario para aprovecharse de la situación y adaptarse al nuevo sistema político. El príncipe, que admira a su sobrino, acepta con resignación la nueva situación. Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. Algo de lo descrito en esta novela nos resulta actual. Quizás por esto su lectura resulte algo desesperanzadora. No dudamos de la inicial buena fe de nuestros gobernantes, pero sin duda la desilusión ante sus actuaciones es el sentimiento más cariñoso que puede despertar en nuestros corazones.

La novela también habla de amor verdadero, pero esto lo dejamos para para la exégesis de los aventurados que se atrevan a encarar su apasionante y deliciosa lectura.

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